domingo, 22 de enero de 2012

Para cuando alguien se muere

Cuando alguien se muere hay que estarse callado…

Conozco a quienes hablan y le hacen a los otros
comentarios del tipo: “yo estaba haciendo esto”
o “estaba en tal lugar con fulano charlando”
haciendo referencia al momento en que alguien
les trajo la noticia de la muerte triunfante.

Hay quienes referencian los últimos encuentros:
“yo la vi antes de ayer” o lugares geográficos
“si la cruce en la casa de mengana una tarde”

Como si precisaran confirmarse a ellos mismos
que el muerto ha sido otro, que esta no fue su vez.

Creo que de esa forma la cabeza (que siempre
cuida del corazón para que uno no sufra)
logra por un instante que todo el desconsuelo
que provoca la muerte permanezca lejano,
ajeno o simplemente afuera por un tiempo.

Yo pienso, humildemente, que es mejor el silencio.

Hablo de esos silencios profundos, verdaderos.
Silencios de cerrar los ojos, los oídos,
el olfato, los dedos y la boca. Silencio…
Silencio de quedarse uno solo y su alma,
silencio de quedarse uno solo y su cuerpo.

Entonces sin temor, sin defensas, sin trampas
dejar que la tristeza nos invada completos.
Que el dolor de la pérdida se aquerencie sin pausa
y en todo nuestro ser impere el desconsuelo.

Hay quien logra llorar y con eso pretende
sentirse algo mejor, aliviarse un instante.

A mi no me parece. Es mejor que la pérdida
nos atraviese el alma, nos parta como un rayo,
nos desgarre en el centro, como un tiro certero.

No hay que hacer nada más que aceptar el dolor
para lograr entonces que el dolor sea nuestro,
amigarnos con él. Ni escapar, ni temerle.

El desconsuelo entonces se convierte en recuerdos
de tiempos compartidos, de momentos felices.
Y el dolor cede al peso del amor o el afecto.
Así el que haya partido seguirá vivo. Solo
se quedará en nosotros por siempre y para siempre.

Hace unos pocos días se me murió mi madre
y yo de esta manera se la robé a la muerte.

Esto hay que mantenerlo en secreto. Conviene
no andar haciendo alardes ni fanfarronerías
porque es una batalla que es mejor no pelearla
o pelearla nomás cuando no hay más remedio.

Por eso si alguien muere hay que estarse callado.