Queridos veteranos, amigos combatientes,
se que cada uno viene de una historia distinta
y está bien que así sea.
Se que viejos dolores de batallas antiguas
transcurren en las venas, agarrotan las manos
y enrojecen los ojos.
Se que alguna tristeza se enhebra en nuestras almas
o quizá una traición complique nuestro paso
y nos obligue a andar trastabillando.
Se nota, alguna vez, que nos pesa en extremo
llevar vivo el recuerdo y la fragancia intacta
de nuestros propios muertos.
Se bien que cada día que pasa es un regalo,
que cada amanecer se festeja sonriendo
y cada atardecer se agradece en un rezo.
Se también que ya nada nos sorprende o asusta
porque hemos visto inmensos milagros cotidianos,
fuimos parte de algunos.
Porque se todo eso los convoco de nuevo
a que nos ajustemos la armadura brillante
y la espada pulida.
Pongámonos de pie, no importan los dolores,
no pesan los pesares cabalgando a la lucha
y no importan los años.
Sintamos como el viento que nos pega en la cara
nos quita las arrugas y los seños fruncidos
y nos pone sonrisas.
Vamos a cabalgar por victoria o por muerte
hay que cambiar el mundo y no nos queda tiempo
nuestra cruz nos espera.
Seamos luz, seamos sal nueva en este mundo, seamos pan y pez,
seamos redes de pesca, seamos manto sagrado, seamos barro en los ojos.
de los ciegos de alma.
Queridos veteranos de millones de guerras
voy a cualquier batalla con ustedes.
Bienvenido todo aquel que este dispuesto a poner el alma en juego, el que no se guarde nada para sí, que este dispuesto a andar con todos de la mano...
lunes, 29 de agosto de 2011
miércoles, 24 de agosto de 2011
Hoy te busqué
Hoy te busqué Señor, pero no supe
amansar en silencio mis pesares,
el trabajo, la plata, el tiempo, el miedo
de malograr las oportunidades.
Y aunque estaba en el medio de la gente
sentí lo que es rumbear en soledades,
los nervios, los enojos, los rencores,
perderme persiguiendo vanidades.
Apreté bien los ojos para irme
a buscarte a las profundidades
y me quedé enganchado en mi rutina
de miseria y superficialidades.
Hoy te busqué Señor, pero no supe
amansar en silencio mis pesares.
amansar en silencio mis pesares,
el trabajo, la plata, el tiempo, el miedo
de malograr las oportunidades.
Y aunque estaba en el medio de la gente
sentí lo que es rumbear en soledades,
los nervios, los enojos, los rencores,
perderme persiguiendo vanidades.
Apreté bien los ojos para irme
a buscarte a las profundidades
y me quedé enganchado en mi rutina
de miseria y superficialidades.
Hoy te busqué Señor, pero no supe
amansar en silencio mis pesares.
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