Los árboles más altos
acaso los más viejos y más sabios
se mecen con los vientos en el cielo
y acarician la nieve de los montes,
de los montes más altos
y acaso los más viejos y más sabios.
Ese viento de altura
que no ha podido ser contaminado
esparce por el mundo transparencias,
frescuras, alegrías, regocijos.
Es el soplo del Padre.
que no ha podido ser contaminado.
El sol que todo baña
nieves, montes, árboles y vientos
observa desde arriba y le sonríe
al ritmo melodioso de la vida
que suena bendiciendo
nieves, montes, árboles y vientos.
Así en la distancia
entre lo que está arriba y lo de abajo
existen mensajeros que trasmiten
la grandeza acaso inalcanzable
a los que navegamos
entre lo que está arriba y lo de abajo.
Son mensajeros altos
que mecen las cabezas y sonríen
se mueven cómo árboles
son firmes como montes
alumbran con el brillo de sus ojos
En el idioma propio de los ángeles
se llaman “montmollines”.
Hermoso poema. Me evoca la fidelidad y amor que los ángeles profesan a Dios, esa fidelidad y amor al que nosotros estamos llamados, pero que no llegamos a alcanzar del todo... por la gran distancia que generan nuestras faltas diarias (o pecados)... pero que al mismo tiempo, podemos rozar y alcanzar gracias a la oración :)
ResponderEliminarCurioso nombre: "montmollines" ...
Un abrazo