Acaso te haga falta una palabra
no una frase fugaz, no un pensamiento.
Fijate que te hablo de una sola palabra
que ponga luz a todo, que devele el misterio.
Probemos con milagro, con simpleza,
con razón, con esfuerzo, con desvelo,
con risa, con abrigo, con nobleza,
con alegría, sueño o con consuelo.
Vas a saber cuál es cuando descubras
que ríe el corazón, que se abre el pecho,
que la decís de vuelta y de memoria
la repetís hasta que quede adentro.
No se cual es o cual va a ser la tuya.
La que me salva a mí cuando no puedo,
la que hace que me vuelva a sentir vivo
cuando estoy por morir es compañero.
Se puede andar de a uno por la vida
sin mirar al de al lado, o ver sin verlo
podes lograr que el otro no te importe
y se puede también vivir en serio.
Toto
Bienvenido todo aquel que este dispuesto a poner el alma en juego, el que no se guarde nada para sí, que este dispuesto a andar con todos de la mano...
lunes, 18 de octubre de 2010
miércoles, 13 de octubre de 2010
Los abrazos
A Edu Mangiarotti
Un abrazo es sacar a la luz lo que somos
tal cual somos, sin ropas, sin pinturas, desnudos.
Un abrazo es poner al otro junto al pecho
para llevarteló para siempre en el alma
Un abrazo es lograr producir el milagro
de que dos sean uno, de que uno sea el otro.
Un abrazo es prestar el amor, la ternura,
el silencio, la risa, la emoción, la mirada.
Un abrazo es crear un lugar, el abrigo
de un rincón calentito al corazón amigo.
Un abrazo es decir en secreto vayamos
no importa a donde sea vamos juntos y basta
Yo creo que al final, cuando acabe el camino,
cuando lleguemos todos a la casa del Padre
cansados, temerosos de una justicia ciega
que desnude el dolor, los miedos y las faltas
nos van a recibir con una gran sonrisa,
nos van a hacer la cruz salvadora en la frente
y Dios nos va a decir “vení, dame un abrazo”.
Un abrazo es un bautismo nuevo.
Toto
Un abrazo es sacar a la luz lo que somos
tal cual somos, sin ropas, sin pinturas, desnudos.
Un abrazo es poner al otro junto al pecho
para llevarteló para siempre en el alma
Un abrazo es lograr producir el milagro
de que dos sean uno, de que uno sea el otro.
Un abrazo es prestar el amor, la ternura,
el silencio, la risa, la emoción, la mirada.
Un abrazo es crear un lugar, el abrigo
de un rincón calentito al corazón amigo.
Un abrazo es decir en secreto vayamos
no importa a donde sea vamos juntos y basta
Yo creo que al final, cuando acabe el camino,
cuando lleguemos todos a la casa del Padre
cansados, temerosos de una justicia ciega
que desnude el dolor, los miedos y las faltas
nos van a recibir con una gran sonrisa,
nos van a hacer la cruz salvadora en la frente
y Dios nos va a decir “vení, dame un abrazo”.
Un abrazo es un bautismo nuevo.
Toto
viernes, 8 de octubre de 2010
De cuando Jesús y Pedro se miraron después de las negaciones
El fin estaba cerca, o el principio.
En realidad iba a comenzar todo.
Los ángeles llenaron ese día,
de aceite, mil lámparas de honores
(mirada de Pedro)
"Veo mis pies, el piso y se me agolpan
las lágrimas, la pena y la vergüenza.
Sé que me estás mirando y no me animo
a levantar la vista de la tierra."
El Maestro esperaba silencioso,
leía el corazón y la cabeza
del amigo elegido para siempre
más allá de aquella noche sucia.
"Veo mis puños torpes apretados,
apretando el dolor que hay en el pecho.
Acogotando el grito, cerrando la garganta,
destrozando el corazón por dentro."
(mirada de Jesús)
"Si me miraras Pedro te diría
que ya está, que te quedes tranquilo,
que todo va a estar bien, que en el futuro
vas a poder mostrar que sos mi amigo.
No me voy a enojar, no voy a herirte,
no voy a reprochar, ni a dar castigo,
ni a esperar siquiera tu disculpa,
ni a mostrarte que te lo había dicho."
El Arcángel Gabriel, en ese instante
mientras todos tiraban la túnica de Pedro,
acarició despacio su mejilla derecha
y le besó la frente con perfume de nardos.
El apóstol lucho y se soltó del todo
para escapar corriendo al frío del desierto.
Pero antes de salir dio vuelta su cabeza
y vio por un segundo los ojos del Maestro.
Y corrió sin parar, corrió toda la noche.
Y gritó sin parar hasta que cayo exhausto.
Y lloró sin parar, hasta que el corazón le dijo que ya estaba
y pudo respirar una vez y otra vez y otra vez y otra y otra
porque entendió que El Cristo lo había perdonado.
Se despertó. Era casi el mediodía.
Estaba algo cansado pero bien.
Se ajustó las sandalias.
Se acomodó la túnica
y comenzó el regreso.
Con los ojos tranquilos,
con la mirada mansa,
con el alma repleta de alegría
dispuesto a dar la vida por su amigo.
Toto
18/5/2010
En realidad iba a comenzar todo.
Los ángeles llenaron ese día,
de aceite, mil lámparas de honores
(mirada de Pedro)
"Veo mis pies, el piso y se me agolpan
las lágrimas, la pena y la vergüenza.
Sé que me estás mirando y no me animo
a levantar la vista de la tierra."
El Maestro esperaba silencioso,
leía el corazón y la cabeza
del amigo elegido para siempre
más allá de aquella noche sucia.
"Veo mis puños torpes apretados,
apretando el dolor que hay en el pecho.
Acogotando el grito, cerrando la garganta,
destrozando el corazón por dentro."
(mirada de Jesús)
"Si me miraras Pedro te diría
que ya está, que te quedes tranquilo,
que todo va a estar bien, que en el futuro
vas a poder mostrar que sos mi amigo.
No me voy a enojar, no voy a herirte,
no voy a reprochar, ni a dar castigo,
ni a esperar siquiera tu disculpa,
ni a mostrarte que te lo había dicho."
El Arcángel Gabriel, en ese instante
mientras todos tiraban la túnica de Pedro,
acarició despacio su mejilla derecha
y le besó la frente con perfume de nardos.
El apóstol lucho y se soltó del todo
para escapar corriendo al frío del desierto.
Pero antes de salir dio vuelta su cabeza
y vio por un segundo los ojos del Maestro.
Y corrió sin parar, corrió toda la noche.
Y gritó sin parar hasta que cayo exhausto.
Y lloró sin parar, hasta que el corazón le dijo que ya estaba
y pudo respirar una vez y otra vez y otra vez y otra y otra
porque entendió que El Cristo lo había perdonado.
Se despertó. Era casi el mediodía.
Estaba algo cansado pero bien.
Se ajustó las sandalias.
Se acomodó la túnica
y comenzó el regreso.
Con los ojos tranquilos,
con la mirada mansa,
con el alma repleta de alegría
dispuesto a dar la vida por su amigo.
Toto
18/5/2010
jueves, 7 de octubre de 2010
La muerte del guerrero
Hoy vi morir con gloria a un buen guerrero.
No un soldado, tampoco un combatiente.
Un guerrero de esos de las películas
de espadas, escudos y arco y flechas.
Un antiguo guerrero hecho de honor sin quejas,
de dolores sin gritos guardados en secreto
y puestos finalmente a los pies del que quiso
llevar consigo todos los dolores.
De esos que pelean más que nadie,
los que muestran a sus tropas el camino,
que no se rinden nunca y que terminan
sentados contra el tronco de algún árbol
cuando terminan todas las batallas.
Los que mueren mirando el horizonte
con los ojos sonriendo complacidos,
pudiendo ver la luz que resplandece
después de un sufrimiento grande, enorme.
Los que mueren y dejan ver a todos
como es la gloria, como es la alegría,
como es la santidad, como es la gracia,
en su gesto sereno y su sonrisa.
Hoy vi atravesar el dolor físico
como si fuera una cortina hecha
con un papel de arroz imperceptible.
Hoy vi asomar la cara al otro lado,
al lado de la eterna mansedumbre
y pude ver en unos ojos limpios
que existe el cielo, así, sin duda alguna.
Hoy vi morir con gloria a un buen guerrero
rodeado del amor de compañeros
de armas, cubierto del respeto
de aquellos que lo admiran y lo miran
apoyada su espalda contra un árbol,
con su espada en la mano y con su escudo
que dice: “He peleado el buen combate…”
En Don Torcuato es agosto de 2010
Para mi amigo Ignacio
Toto
No un soldado, tampoco un combatiente.
Un guerrero de esos de las películas
de espadas, escudos y arco y flechas.
Un antiguo guerrero hecho de honor sin quejas,
de dolores sin gritos guardados en secreto
y puestos finalmente a los pies del que quiso
llevar consigo todos los dolores.
De esos que pelean más que nadie,
los que muestran a sus tropas el camino,
que no se rinden nunca y que terminan
sentados contra el tronco de algún árbol
cuando terminan todas las batallas.
Los que mueren mirando el horizonte
con los ojos sonriendo complacidos,
pudiendo ver la luz que resplandece
después de un sufrimiento grande, enorme.
Los que mueren y dejan ver a todos
como es la gloria, como es la alegría,
como es la santidad, como es la gracia,
en su gesto sereno y su sonrisa.
Hoy vi atravesar el dolor físico
como si fuera una cortina hecha
con un papel de arroz imperceptible.
Hoy vi asomar la cara al otro lado,
al lado de la eterna mansedumbre
y pude ver en unos ojos limpios
que existe el cielo, así, sin duda alguna.
Hoy vi morir con gloria a un buen guerrero
rodeado del amor de compañeros
de armas, cubierto del respeto
de aquellos que lo admiran y lo miran
apoyada su espalda contra un árbol,
con su espada en la mano y con su escudo
que dice: “He peleado el buen combate…”
En Don Torcuato es agosto de 2010
Para mi amigo Ignacio
Toto
Algo sobre la humildad
Mi amigo Santiago Pacheco, que me enseño el concepto de girar en la órbita de Dios, me hace llegar esta consulta como si yo pudiera satisfacer su duda.
Dice que le cuesta rezar esta parte de “Las letanías de la humildad” del cardenal Merry del Val
-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”
Y la verdad es que a mí me pasa lo mismo, entonces hago lo que hago siempre ante este tipo de dudas que es ir a buscar en lo que pensaron los que realmente saben, los que realmente vieron, los que realmente amaron.
Santo Tomás explica: "La aceptación voluntaria de humillaciones es una práctica de humildad no en cada uno y en todos los casos sino cuando se realiza con un fin necesario: ya que siendo la humildad una virtud, no hace nada en forma indiscreta”.
Me gusta Santo Tomás es simple y claro, dice lo justo y esto me ayuda a concentrarme en ideas concretas.
También me genera preguntas y más búsqueda porque hay cosas que siguen sin cerrar:
-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”
Me sigue pareciendo exagerado y vuelvo a Santo Tomás: “No es humildad sino un absurdo aceptar todas y cada humillación: pero cuando la virtud exige realizar algo corresponde a la humildad no dejar de realizarlo, por ejemplo no rehusar prestar un servicio inferior cuando la caridad exige ayudar al prójimo... Incluso, a veces, aunque no sea obligatorio aceptar humillaciones, es un acto de virtud hacerlo con el fin de alentar a otros a través del ejemplo para que puedan soportar más fácilmente lo que se les impone: un general a veces deberá ocupar el puesto de soldado raso para alentar al resto.”
Esto me gustó, “yo lo hago” pensé sin nada de humildad.
Yo trabajo así, hago con todos lo que todos tienen que hacer, soy un par cuando hace falta y un jefe cuando tengo que serlo. Trato de mostrar con mi actitud que realmente creo que no hay diferencia real entre todos los miembros del equipo y veo que a la gente esto le agrada que devuelve con respeto el trato respetuoso que les doy.
Nunca pensé que esto era ser humilde o que así se aplicaba la humildad a lo cotidiano.
También conozco a muchos a los que esto que a mí me resulta realmente fácil les parecería un horror hacerlo.
A lo mejor, querido amigo Santiago, pasa por aquí lo del Cardenal. A lo mejor pasa en cosas más cotidianas de lo que pensamos.
Como me enganche con el amigo Tomás de Aquino sigo un poquito más y encuentro algo que me encantó: “Podemos hacer un uso virtuoso de la humildad como remedio. Si la mente de alguien se inclinara a la vanagloria indebida, puede beneficiosamente usar en forma moderada las humillaciones, ya sea impuestas por sí mismo o por otro, para medir la exaltación de su alma colocándose al mismo nivel que la clase más baja de la comunidad en la realización de las peores tareas"
Y aquí finalmente si coincido y comprendo a tu querido Cardenal, la humildad como herramienta para ser mejores, para no creérnosla, para tratar de alcanzar la santidad que es la amistad de Jesús, hermano y amigo.
Ahora sí me dan ganas de decir:
-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”
Para finalizar Santo Tomás (santoto para los amigos) nos acerca un punto más: “La humildad es la virtud primera en cuanto elimina los obstáculos a la fe. Elimina la soberbia y hace que el hombre pueda ser objeto de la gracia y un receptor apto de la misma conforme a las palabras de Santiago: Dios resiste al soberbio y da su gracia al humilde"
Si te parece Santiago, buscamos cada uno aquellos rincones del alma adonde se asientan nuestras miserias. Vemos adonde se aferra nuestro orgullo para dejar el bueno y descubrir el malo. Ese que nos hace creer que somos más de lo que somos. Ese que nos aleja de nuestro verdadero nosotros y que pone escudos de soberbia entre nuestro corazón y Jesús.
Entonces cuando lo hayamos descubierto, cuando lo tengamos bien identificado pongámonos juntos de rodillas y digamos
-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”
Si lo hacemos los dos seguramente van a estar de nuestro lado Jesús, Santoto y tu amigo el Cardenal Merry Del Val.
Todos girando en la órbita de Dios.
Un gran abrazo.
Toto
Dice que le cuesta rezar esta parte de “Las letanías de la humildad” del cardenal Merry del Val
-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”
Y la verdad es que a mí me pasa lo mismo, entonces hago lo que hago siempre ante este tipo de dudas que es ir a buscar en lo que pensaron los que realmente saben, los que realmente vieron, los que realmente amaron.
Santo Tomás explica: "La aceptación voluntaria de humillaciones es una práctica de humildad no en cada uno y en todos los casos sino cuando se realiza con un fin necesario: ya que siendo la humildad una virtud, no hace nada en forma indiscreta”.
Me gusta Santo Tomás es simple y claro, dice lo justo y esto me ayuda a concentrarme en ideas concretas.
También me genera preguntas y más búsqueda porque hay cosas que siguen sin cerrar:
-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”
Me sigue pareciendo exagerado y vuelvo a Santo Tomás: “No es humildad sino un absurdo aceptar todas y cada humillación: pero cuando la virtud exige realizar algo corresponde a la humildad no dejar de realizarlo, por ejemplo no rehusar prestar un servicio inferior cuando la caridad exige ayudar al prójimo... Incluso, a veces, aunque no sea obligatorio aceptar humillaciones, es un acto de virtud hacerlo con el fin de alentar a otros a través del ejemplo para que puedan soportar más fácilmente lo que se les impone: un general a veces deberá ocupar el puesto de soldado raso para alentar al resto.”
Esto me gustó, “yo lo hago” pensé sin nada de humildad.
Yo trabajo así, hago con todos lo que todos tienen que hacer, soy un par cuando hace falta y un jefe cuando tengo que serlo. Trato de mostrar con mi actitud que realmente creo que no hay diferencia real entre todos los miembros del equipo y veo que a la gente esto le agrada que devuelve con respeto el trato respetuoso que les doy.
Nunca pensé que esto era ser humilde o que así se aplicaba la humildad a lo cotidiano.
También conozco a muchos a los que esto que a mí me resulta realmente fácil les parecería un horror hacerlo.
A lo mejor, querido amigo Santiago, pasa por aquí lo del Cardenal. A lo mejor pasa en cosas más cotidianas de lo que pensamos.
Como me enganche con el amigo Tomás de Aquino sigo un poquito más y encuentro algo que me encantó: “Podemos hacer un uso virtuoso de la humildad como remedio. Si la mente de alguien se inclinara a la vanagloria indebida, puede beneficiosamente usar en forma moderada las humillaciones, ya sea impuestas por sí mismo o por otro, para medir la exaltación de su alma colocándose al mismo nivel que la clase más baja de la comunidad en la realización de las peores tareas"
Y aquí finalmente si coincido y comprendo a tu querido Cardenal, la humildad como herramienta para ser mejores, para no creérnosla, para tratar de alcanzar la santidad que es la amistad de Jesús, hermano y amigo.
Ahora sí me dan ganas de decir:
-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”
Para finalizar Santo Tomás (santoto para los amigos) nos acerca un punto más: “La humildad es la virtud primera en cuanto elimina los obstáculos a la fe. Elimina la soberbia y hace que el hombre pueda ser objeto de la gracia y un receptor apto de la misma conforme a las palabras de Santiago: Dios resiste al soberbio y da su gracia al humilde"
Si te parece Santiago, buscamos cada uno aquellos rincones del alma adonde se asientan nuestras miserias. Vemos adonde se aferra nuestro orgullo para dejar el bueno y descubrir el malo. Ese que nos hace creer que somos más de lo que somos. Ese que nos aleja de nuestro verdadero nosotros y que pone escudos de soberbia entre nuestro corazón y Jesús.
Entonces cuando lo hayamos descubierto, cuando lo tengamos bien identificado pongámonos juntos de rodillas y digamos
-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”
Si lo hacemos los dos seguramente van a estar de nuestro lado Jesús, Santoto y tu amigo el Cardenal Merry Del Val.
Todos girando en la órbita de Dios.
Un gran abrazo.
Toto
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