jueves, 7 de octubre de 2010

Algo sobre la humildad

Mi amigo Santiago Pacheco, que me enseño el concepto de girar en la órbita de Dios, me hace llegar esta consulta como si yo pudiera satisfacer su duda.

Dice que le cuesta rezar esta parte de “Las letanías de la humildad” del cardenal Merry del Val


-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”

Y la verdad es que a mí me pasa lo mismo, entonces hago lo que hago siempre ante este tipo de dudas que es ir a buscar en lo que pensaron los que realmente saben, los que realmente vieron, los que realmente amaron.


Santo Tomás explica: "La aceptación voluntaria de humillaciones es una práctica de humildad no en cada uno y en todos los casos sino cuando se realiza con un fin necesario: ya que siendo la humildad una virtud, no hace nada en forma indiscreta”.

Me gusta Santo Tomás es simple y claro, dice lo justo y esto me ayuda a concentrarme en ideas concretas.
También me genera preguntas y más búsqueda porque hay cosas que siguen sin cerrar:

-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”

Me sigue pareciendo exagerado y vuelvo a Santo Tomás: “No es humildad sino un absurdo aceptar todas y cada humillación: pero cuando la virtud exige realizar algo corresponde a la humildad no dejar de realizarlo, por ejemplo no rehusar prestar un servicio inferior cuando la caridad exige ayudar al prójimo... Incluso, a veces, aunque no sea obligatorio aceptar humillaciones, es un acto de virtud hacerlo con el fin de alentar a otros a través del ejemplo para que puedan soportar más fácilmente lo que se les impone: un general a veces deberá ocupar el puesto de soldado raso para alentar al resto.”

Esto me gustó, “yo lo hago” pensé sin nada de humildad.
Yo trabajo así, hago con todos lo que todos tienen que hacer, soy un par cuando hace falta y un jefe cuando tengo que serlo. Trato de mostrar con mi actitud que realmente creo que no hay diferencia real entre todos los miembros del equipo y veo que a la gente esto le agrada que devuelve con respeto el trato respetuoso que les doy.
Nunca pensé que esto era ser humilde o que así se aplicaba la humildad a lo cotidiano.
También conozco a muchos a los que esto que a mí me resulta realmente fácil les parecería un horror hacerlo.
A lo mejor, querido amigo Santiago, pasa por aquí lo del Cardenal. A lo mejor pasa en cosas más cotidianas de lo que pensamos.

Como me enganche con el amigo Tomás de Aquino sigo un poquito más y encuentro algo que me encantó: “Podemos hacer un uso virtuoso de la humildad como remedio. Si la mente de alguien se inclinara a la vanagloria indebida, puede beneficiosamente usar en forma moderada las humillaciones, ya sea impuestas por sí mismo o por otro, para medir la exaltación de su alma colocándose al mismo nivel que la clase más baja de la comunidad en la realización de las peores tareas"

Y aquí finalmente si coincido y comprendo a tu querido Cardenal, la humildad como herramienta para ser mejores, para no creérnosla, para tratar de alcanzar la santidad que es la amistad de Jesús, hermano y amigo.


Ahora sí me dan ganas de decir:


-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”


Para finalizar Santo Tomás (santoto para los amigos) nos acerca un punto más: “La humildad es la virtud primera en cuanto elimina los obstáculos a la fe. Elimina la soberbia y hace que el hombre pueda ser objeto de la gracia y un receptor apto de la misma conforme a las palabras de Santiago: Dios resiste al soberbio y da su gracia al humilde"

Si te parece Santiago, buscamos cada uno aquellos rincones del alma adonde se asientan nuestras miserias. Vemos adonde se aferra nuestro orgullo para dejar el bueno y descubrir el malo. Ese que nos hace creer que somos más de lo que somos. Ese que nos aleja de nuestro verdadero nosotros y que pone escudos de soberbia entre nuestro corazón y Jesús.

Entonces cuando lo hayamos descubierto, cuando lo tengamos bien identificado pongámonos juntos de rodillas y digamos

-Jesús hazme la gracia de desear
“que los otros sean ensalzados y yo desdeñado "
-Concédeme oh señor
"el ardiente anhelo de desprecio y humillaciones”

Si lo hacemos los dos seguramente van a estar de nuestro lado Jesús, Santoto y tu amigo el Cardenal Merry Del Val.

Todos girando en la órbita de Dios.

Un gran abrazo.

Toto

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